miércoles, 20 de octubre de 2010

Para lo que me queda en el convento...

Imagino que eso mismo estaría pensando Zapatero mientras escribía el nombre de Leire Pajín en su cuaderno azul (¿o será rojo?), porque no nos lo merecemos. El hombre es consciente del poco crédito que le queda, y sabe que, aún teniendo enfrente a un adversario sin sangre que no termina de verse en la Moncloa, el partido está visto para sentencia. Creo que es un castigo que pretende aplicarnos a todos por habernos reído de él estos últimos meses. Porque ha dejado de darnos rabia para darnos risa.

Estamos curados de espanto, cierto, pero creo que la Pajín -tiene feo hasta el nombre la condenada- ha desbancado a Bibiana del top ten de impopularidad. Al menos Bibiana es guapa, las cosas como son. Sabemos de sobra que la retórica y la oratoria son las principales armas con las que cuentan los políticos, pero es que cada vez que la pobre Leire abre la boca se echan a temblar en Ferraz. En Ferraz y en el resto del planeta, que le pregunten a Obama si no. Y es que ni eso ha aprendido de su madre, socialista leal donde las haya que lleva años aprehendiendo.

Lo que no termino de entender es cómo históricos con el peso de Ramón Jáuregui o Marcelino Iglesias se han embarcado en la odisea, a sabiendas de que el billete es sólo de ida. ¿Ambición? ¿Ego? ¿Solidaridad? El tiempo dirá. Indudablemente lo del eurodiputado es para tener contento a Pachi López después del desagravio. Al maño le han jodido su vuelta a la trashumancia. Por otra parte, la meteórica carrera de la conversa Rosa Aguilar sólo podía acabar de esta forma, mientras que lo de Valeriano Gómez es una forma enmascarada de bajarse los pantalones ante su álter ego, Cándido Méndez.

En poco más de un mes, las catalanas. Y en primavera, las municipales. No creo que llegue con fuelle al tercer asalto. Y lo que no sabe todavía es que para entonces no habrá nadie que arroje la toalla por él. Pero le da igual.   


No hay comentarios:

Publicar un comentario