lunes, 11 de octubre de 2010

Campeones acomplejados

"Hacer feliz a España es lo que me hace feliz a mí". Este alarde de patriotismo llega algo tarde. Nuestro campeón del mundo de Moto GP, Jorge Lorenzo, sabe que la cagó hace unos meses. Es consciente de ello, y ahora, sabiamente asesorado, rectifica. Ganar el Gran Premio de España (sí, el que se corre en Cataluña) y negarse a ponerse la camiseta de la selección nacional de fútbol fue una metedura de pata. Y tuvo que salir alguien como Alejandro Sanz a reprochárselo, obteniendo como respuesta de Lorenzo un farol en forma de reto que el cantante recogió con elegancia.

El otro día fue el turno de Piqué. El elegantísimo central catalán ha tenido que declarar ante los medios apostillando aquello tan manido de "se puede ser catalán y español". Aquí hay un error de base. No es que se pueda, es que es una condición inherente. Esto tan de perogrullo no debería ser noticiable. Y encima el bueno de Sergio Ramos no tardó ni 24 horas en aclarar que su enfado era una broma, cuando su reacción había sido acogida como un valeroso arrojo de chovinismo por gran parte de los espectadores. Éste no fue sabiamente asesorado. El último en sacar los pies del plato ha sido Aduriz. El delantero vasco (no tan elegante como el catalán) acaba de ser convocado por primera vez para representar a España en el terreno de juego. Y los medios de comunicación han tirado de hemeroteca para recordarle al ariete que no hace mucho firmó un manifiesto en el que reclamaba la independencia de la selección de fútbol de Euskadi.

Pero claro, la pela es la pela. Participar con la selección catalana o vasca puede estar bien para un paisano del Mollet del Vallès o para un aizkolari de Guernika, pero el prestigio lo da defender a España. Y el prestigo es el que posibilita que unos anuncien galletas, ketchup o, simplemente, logren jugosos contratos en clubes de postín. Y lo grave es que pensarán que lo arreglan todo agachando la cabeza cuando suena el himno.

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