lunes, 25 de octubre de 2010

El hartazgo de lo políticamente correcto

Han intentado darle a Pérez-Reverte. Y digo han intentado porque hay que tenerlos como el caballo de Espartero para meterse con el murciano. Cierto es que no soy nada objetivo en este asunto, pues soy fan (en singular, por favor) del escritor, pero no menos cierto es que el tema se las trae. De modo que se le ocurre escribir lo siguiente: "Por cierto, que no se me olvide. Vi llorar a Moratinos. Ni para irse tuvo huevos"; y claro, los miembros y miembras no han tardado en saltar.

Porque llorar también es cosa de hombres oiga, so machista, primitivo, reaccionario. Facha, por supuesto, porque un votante de bien jamás diría semejante burrada. Y claro, como no podía ser de otra forma, han despertado a la bestia. Más allá de rectificar, cosa que sus incondicionales rogamos que no haga jamás, pues ya es lo suficientemente sabio, se ha despachado a gusto: "Perfecto mierda", ha dicho del ex ministro. Y además lo ha argumentado. 

Pero la gravedad, a juicio de un servidor, no radica en unas declaraciones de alguien que, en su tiempo libre y en el ámbito de lo privado, hace y dice lo que le sale de los del caballo de Espartero. El problema es que sigue habiendo gente que, acechando cual hiena carroñera tras un matorral, espera vigilante que a uno se le escape un "moro", "negro", "maricón" o similar para solicitar, a voz en grito y puño en alto, que desfile por el patíbulo. Y siguen sin darse cuenta de que las palabras no hieren, que lo que hace daño es la intención.

Saludos y saludas.

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