miércoles, 1 de diciembre de 2010

El chantaje vuelve a casa por Navidad

Ya estaban tardando. Nuestros queridos pilotos ya han anunciado su intención de joder las vacaciones de Navidad a miles de personas. Es la cantinela de siempre, y eso es precisamente lo grave, que siempre es igual. El que no tiene pensado viajar dirá que no se ceda ante el chantaje. El que tenga un billete comprado, que se negocie. Y en España, como somos expertos en bajarnos los pantalones, daremos nuestro maltrecho brazo a torcer.

Ya sea un pirata somalí, un taxista en Feria o el que limpia los mosquitos del parabrisas del AVE en Semana Santa, aquí todos nos toman por el pito del sereno. No sé a ustedes, pero a mí se me queda cara de gilipollas cuando veo que un controlador aéreo, que gana lo que gana, no permite que un tío de Bolivia, que trabaja 15 horas al día por 600 euros al mes, pueda ir a ver a su familia en Nochebuena.  

España necesita una ley de huelga, porque el resultado será el que ya conocemos todos: ellos ganan, nosotros perdemos. Porque cederemos. Es entonces cuando me acuerdo de Miguel Ángel Blanco, y de cómo en esa ocasión no se cedió al chantaje, aunque ello supusiera que al concejal le pegaran dos cobardes tiros por la espalda.

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